«Sinceras y muy reales»: Douglas Stuart habla sobre las poderosas imágenes que inspiraron su novela Shuggie Bain
Douglas Stuart es el autor de Shuggie Bain, el primer libro del mes del Club de lectura de Service95. La novela cuenta la historia de un niño que crece en la pobreza en el Glasgow de los años ochenta. Para esta edición, Stuart comparte un conjunto de imágenes seleccionadas personalmente que inspiraron el libro, las cuales representan la actitud desafiante, la resiliencia y el orgullo de las comunidades de clase trabajadora, que a menudo se pasan por alto.

Antes de convertirme en escritor, trabajé en la industria de la moda durante 20 años, y desde entonces he recurrido a la fotografía para inspirarme. De modo que, al inicio del proceso de escritura, reúno tantas fotografías como puedo, así como recortes de tela o botones —cualquier cosa que evoque la época y el lugar sobre el que estoy escribiendo— para ayudarme a definir el tono y el ambiente. Elegí esta colección de fotos en particular porque me llegan al alma y son fundamentales para escribir mis novelas.

Capturan a una comunidad de clase trabajadora en Glasgow y del norte de Inglaterra, que el fotoperiodismo tradicional solía pasar por alto. De hecho, dos de ellas fueron el resultado de un encargo en el que el periódico The Sunday Times envió al fotógrafo francés Raymond Depardon a Glasgow para mostrar lo moderna que era la ciudad y cuánto había progresado con los nuevos planes de vivienda. Lo que encontró fue gente común que vivía marginada y se aferraba a la vida en una ciudad que se estaba viniendo abajo con bastante rapidez.
Para mí, el niño con el chicle rosado es Shuggie. Me encanta lo audaz que es esa burbuja rosa; el chicle era lo único rosado que se les permitía a los niños, por lo que adquiere un significado especial. La imagen fue tomada junto a los astilleros de Govan (un empleador importante en Glasgow en las décadas de 1970 y 1980) y se percibe la inminente avalancha de la industria que terminará atrapando a todos los jóvenes de la ciudad. Se ven cosas infantiles, como porterías dibujadas, justo frente a los astilleros navales más grandes de la ciudad. La infancia conduce directamente a la edad adulta. Son dos etapas de la vida que están muy unidas, y esto es algo que trato de capturar en mi escritura.

En estas imágenes veo gente unida por la clase. No solemos registrar la vida de la clase trabajadora, es por eso que imágenes como estas, que se sienten sinceras y muy reales, son registros poderosos. Siento que conozco a todas las personas. Siento una profunda conexión personal con los sujetos de una manera que no siento con otros tipos de fotografía.

Hay una sensación de paso del tiempo, de decadencia, esperanza y fortaleza, de aferrarse a la vida. Me gusta la resiliencia en estas imágenes; la alegría de la niña en el carro; los hombres riéndose en la esquina de la calle. Me gusta el espíritu desafiante. La niña es tan libre y alegre, al igual que esos hombres. Realmente respeto eso. También me encanta lo enormemente orgullosa que se le ve a la mujer del abrigo rojo. Ese es el tipo de orgullo que traté de capturar con Lizzie, la abuela de Shuggie. Puede que no tengas mucho, pero nunca saldrías de la casa sin arreglarte el pelo y ponerte tu mejor abrigo.

Para mí, el poder de estas fotografías radica en el hecho de que nada las altera. Habiendo crecido en una familia pobre, me enseñaron a sentirme orgulloso de ser de clase trabajadora, pero también me inculcaron un profundo sentimiento de vergüenza por la pobreza. No importa si vienes de los Apalaches, de Pittsburgh o de París, la sociedad no quiere ver a personas reales pasando dificultades. Y lo que más me gusta de estas imágenes es que tienen tanto carisma que no puedes dejar de verlas. Se percibe tanto orgullo. Generan un sentimiento de sanación dentro de mí.